Por: Redacción
El aguamiel del maguey se convierte en pulque desde tiempos ancestrales; ahora ha retomado su popularidad y su lugar como
emblema mexicano.
Hidalgo, Tlaxcala, Puebla y Estado de México son los estados donde tradicionalmente se produce pulque, bebida elaborada desde la época prehispánica y considerada sagrada, entonces consumida sólo por sacerdotes y reyes.
Es un elixir extraído del maguey que se obtiene de la fermentación del aguamiel, la cual emana de la penca. Sin embargo, su producción no es sencilla, ya que la planta debe crecer entre siete y nueve años para alcanzar la maduración necesaria. En ese momento, se le quita el corazón, lo que se llama capar o castrar, para evitar que florezca.
El tlachiquero es el encargado de llevar a cabo el proceso y de rasgar el interior del maguey para que empiece a lagrimear o a escurrir el aguamiel. Durante cinco o seis meses fluye el líquido para que todos los azúcares de las pencas se queden en el centro; se dice que entre más tiempo, la calidad es mejor. Después, con ayuda de un acocote lo succiona y lo coloca en un tinacal.
“En los grandes tinacales comienza la fermentación, así se forma el típico pulque. Es una bebida viva porque no necesita alcohol ni algún ingrediente para que fermente, su proceso es natural. Se mezcla el aguamiel que se obtiene consecutivamente, a lo que se raspó en la mañana se echa el de la tarde, hasta que se logra la bebida adecuada”, explica Juan Eduardo Albert, propietario de la Pulquería La Risa.
Cabe agregar que la vida productiva del maguey, luego de caparla, sólo es de cuatro a seis meses y se obtienen aproximadamente entre 10 y 16 litros de líquido por día.
GUSTO PARA TODOS
Dependiendo de la región donde es producido, el sabor de cada pulque es diferente. “Es agridulce. Entre más tiempo lo dejan fermentar, se va haciendo más ácido. No es espeso, hay gente que le pone nopalillo para aumentar la producción, por eso se siente esa sensación babosa, aunque se podría decir que es de consistencia gruesa”, añade el experto.
Por el lado nutricional, esta bebida, además de alcohol etílico, contiene azúcares, sustancias albuminoides, tiamina, riboflavina, niacina, vitamina C, proteínas y sales minerales, entre otros elementos.
Actualmente, hay dos formas de beberlo: natural o curado. Este último es una variante elaborada con pulpa de frutas, cereales, verduras o algún otro ingrediente; por ejemplo, piña, uva, tuna, manzana, frambuesa, guayaba, avena, piñón, nuez, galleta y cajeta, entre otros.
“Todo el proceso debe ser artesanal, es preferible macerar, en vez de licuar, y se tiene que hacer en un bote junto con pulque natural, después colarlo con una manta de cielo, y revolverlo, procurando que no se vaya el gabazo. También se puede agregar colores vegetales y azúcar mascabado”, concluye el experto.
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